Después de dos temporadas bastante irregulares, Ousmane Dembélé afronta su tercer curso en el Futbol Club Barcelona. El francés llegó a la Ciudad Condal tras la fuga de Neymar a París y fue fichado por una cifra astronómica, siendo uno de los jóvenes con más potencial. Pero Dembélé aún no ha podido demostrar el nivel que llevó al Barcelona a pagar más de 100 millones de euros por él. Las continuas lesiones musculares han lastrado su continuidad en el terreno de juego, y cuando estaba recuperado, Valverde prefería apostar por otros futbolistas por delante del francés. Pero esta será tu tercera campaña aquí, y tras dos temporadas convulsas, este tiene que ser su año. Ha llegado Antoine Griezmann, cuya amistad con Dembélé es conocida por todo el mundo, y puede ayudar a Ousmane a sentirse más integrado, ya que da la sensación que su relación con Luis Suárez y Leo Messi no es muy entrañable. Además, ha sonado todo el verano como moneda de cambio para la vuelta de Neymar. Sin embargo, su disposición a triunfar en el Camp Nou le permite tener otra oportunidad para mostrar que puede ser indiscutible en los esquemas de su técnico y hacer cambiar de opinión a los aficionados que pedían la vuelta del brasileño.

No obstante, es cierto que su actitud fuera del campo tampoco ha sido la correcta: continuos retrasos, malos hábitos etc. Dembélé recuerda al Messi de la época de Rijkaard, con lesiones musculares constantes que no le dejaban rendir a su mejor nivel. Pero llegó Guardiola, le cambió la alimentación y, desde ese momento, el argentino comenzó a crecer y a jugar con regularidad, y todos sabemos el futbolista que ha llegado a ser. Messi ha comentado varias veces que su alimentación no era la apropiada, y tal vez Dembélé debería coger este ejemplo y cambiar. Porque todos conocemos su potencial. Ahora solo falta que lo demuestre en el campo. 

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